Día de las Escritoras 2024: mirando a las bibliotecarias rurales
Hoy, 14 de octubre, se celebra la novena edición del Día de las Escritoras, una iniciativa impulsada por la Biblioteca Nacional de España, Federación Española de Mujeres Directivas y Ejecutivas Profesionales y Empresarias (FEDEPE) y la Asociación Clásicas y Modernas (Asociación para la igualdad de mujeres y hombres en la Cultura), cuyo objetivo es reivindicar la labor y el legado de las mujeres que han escrito a lo largo de la historia. Este año el lema elegido es: La periferia de la periferia: mujeres que miraron al mundo rural, que pone el foco en aquellas autoras que miraron a nuestros pueblos y visibilizaron las duras condiciones de la vida rural.
Desde el Consejo de Cooperación Bibliotecaria (CCB) queremos sumarnos a esta celebración, aportando la visión de otras mujeres que se esfuerzan, día a día, en acercar la lectura y la cultura al mundo rural: las bibliotecarias.
Entre finales del año 2023 y principios de 2024, en la web del Consejo hemos ido publicando entrevistas a mujeres que trabajan en bibliotecas ubicadas en recónditos pueblos a lo largo y ancho de la geografía española.
Estas profesionales, comprometidas con su trabajo, nos han transmitido sus experiencias, nos han contado los retos y dificultades a los que se enfrentan, las iniciativas que están llevando a cabo, las peculiaridades de su labor, su relación con la comunidad a la que dan servicio, anécdotas y situaciones que han vivido, nos han dejado constancia de sus reivindicaciones y han aportado consejos para otras mujeres de zonas rurales que se encuentran en situaciones similares a las suyas.
Son muchos los puntos en común que comparten entre sí, independientemente del lugar geográfico en el que se ubiquen. La dispersión de la población, que obliga a acercar los servicios bibliotecarios hasta las casas de los usuarios, la empatía y la cercanía con las personas que viven en pequeñas aldeas, son circunstancias compartidas por todas. Así nos lo relataban bibliotecarias como María Carmen Ortal Montero, de la Serranía de Cuenca, y Natalia Navarro Sosa, de la Biblioteca Pública Municipal de El Paso – Antonio Pino Pérez (Santa Cruz de Tenerife), dos lugares que se encuentran en latitudes muy diferentes, pero que comparten el reto de conectar y dar servicio a poblaciones dispersas en varios núcleos.
Otra de las fortalezas que comparten las bibliotecarias que realizan su trabajo en pequeñas poblaciones es la capacidad para implicar a los usuarios en el desarrollo de talleres, charlas y todo tipo de actividades que ayudan a estrechar lazos entre los habitantes los pueblos, creando comunidades fuertes y resilientes. En palabras de Ana María Méndez Infanzón de la Biblioteca Pública Municipal de Coaña – Gonzalo Anes «hacer pueblo con el pueblo, garantizar que la biblioteca se convierta en hogar y despliegue todo su potencial en favor del progreso, contando con la población como recurso».
La labor de las bibliotecarias en el mundo rural va mucho más allá de ofrecer servicios bibliotecarios de calidad, puesto que sus bibliotecas se transforman en los principales núcleos culturales, espacios de socialización democratizadores que permiten el crecimiento y la cohesión de los pequeños municipios.
En muchas ocasiones, las bibliotecarias rurales se convierten en el único nexo entre vecinos, en confidentes de otras mujeres de avanzada edad que ven en su biblioteca municipal la única vía de escape contra el aislamiento y la soledad. En este sentido, María Luisa Vázquez Núñez, bibliotecaria en Trebujena (Cádiz), nos contaba: «Tengo una usuaria en concreto que ama la lectura, lee muchísimo. Ella apenas puede andar, lleva “tacataca”, y le ofrezco llevarle yo los libros a su casa, ya que la extensión bibliotecaria es otro de los servicios que presta la biblioteca a personas que tienen dificultades para llegar aquí, pero ella no quiere. Siempre me dice que mientras pueda va a venir ella porque le gusta pasar tiempo en la Biblioteca y aquí se siente arropada».
Asimismo, hay que destacar el papel que juegan estas bibliotecarias en la recuperación de la memoria de los pueblos, con la puesta en marcha de actividades en las que se transmiten enseñanzas y oficios antiguos, pero que forman parte de la historia de las comunidades y que estas profesionales se esfuerzan en que no caigan en el olvido. Es el caso de la Biblioteca Pública Municipal de Mazcuerras en Villanueva de la Peña – Paloma Sainz de la Maza, en Cantabria, cuya bibliotecaria, Pilar González Rivero nos explicaba que allí se llevan a cabo «talleres de recuperación de tradiciones como la recuperación de la mangosta», permitiendo la transmisión intergeneracional del conocimiento de actividades tradicionales, que, si no fuera por el impulso de estas bibliotecarias, acabarían perdiéndose.
Por otro lado, es importante destacar la labor de alfabetización mediática e informacional que realizan estas profesionales en sus comunidades, altamente envejecidas y, en muchos casos, con gran número de población migrante, que demandan aprender a manejarse en el uso de las nuevas tecnologías. En este sentido, María Teresa Rivela Martínez de la Biblioteca Pública Municipal de Ribadavia, en Orense, nos decía: “siempre tratas de ayudar a la gente que accede a los ordenadores de la biblioteca a hacer gestiones administrativas, mujeres de mayor edad que tienen más limitados sus conocimientos…”; o, como también nos decía Paloma Calvo, de la Biblioteca Pública Municipal de Dueñas – Ana García (Palencia): “en estos últimos años, se están incorporando a nuestras actividades mujeres que provienen de otras culturas. Muchas de ellas se integran directamente en nuestros grupos ya establecidos; y, en otras ocasiones, trabajamos con ellas para acercarlas a la biblioteca porque queremos que tengan una representación social y cultural, siendo a veces el único apoyo”.
Por último, desde el CCB queremos poner en valor el compromiso, la fortaleza y la determinación de las bibliotecarias del mundo rural, aptitudes comunes a todas ellas, que quisieron transmitir mensajes de apoyo y consejos fundamentados en la resistencia, la vocación y la resiliencia para otras mujeres rurales que puedan encontrarse en situaciones similares a las suyas. Así, por ejemplo, Ana Belén Pérez Ruiz Moyano de la Biblioteca Pública Municipal de Cabeza del Buey – Casimiro Barbado González (Badajoz) nos dejaba esta reflexión: “mi mensaje para cualquier mujer bibliotecaria que trabaje en una agencia de lectura o biblioteca de una zona rural es que crea en el trabajo que hace, que sienta que la biblioteca forma parte de su vida, no solo laboral sino personal, y ese sentimiento lo sepa transmitir a sus lectores y lectoras.”
También nos dejaron mensajes de empoderamiento hacia otras mujeres, como este de Carme Asensio Marín, la bibliotecaria responsable del Bibliobús Garrigues-Segrià en la provincia de Lleida: “Las mujeres son grandes mediadoras, comprometidas con mejorar la vida de sus comunidades, si aprovechamos todos los recursos a nuestro alcance, las zonas rurales tendrán unas condiciones de vida mejores que garantizarán la igualdad, pero también contribuirán a un mundo más sostenible”.
En conclusión, el incansable trabajo de las bibliotecarias en entornos rurales es clave para fomentar la alfabetización mediática e informacional, la cohesión social y la convivencia entre personas de diversas edades y orígenes. Gracias a su esfuerzo se crean redes de solidaridad, se promueve la igualdad, se lleva la lectura a zonas afectadas por la despoblación y se recupera la memoria histórica.
Desde el CCB, agradecemos a todas las bibliotecas su participación en el Día de las Escritoras, y expresamos nuestro apoyo a las bibliotecarias de zonas rurales por su entusiasmo y compromiso en esta valiosa labor.
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