Entrevistamos a Ana María Menéndez Infanzón por el Día Internacional de la Mujer Rural
El pasado 15 de octubre celebramos el Día Internacional de la Mujer Rural, una jornada conmemorativa para poner en valor el inestimable trabajo de las mujeres por mantener vivas las zonas rurales. Desde el Consejo de Cooperación Bibliotecaria (CCB) quisimos sumarnos a esta iniciativa dando voz a unas profesionales de las zonas rurales de España que se esfuerzan por acercar la cultura y el conocimiento a sus comunidades: las bibliotecarias.
En nuestro recorrido, hoy nos trasladamos hasta el Principado de Asturias donde Ana María Méndez Infanzón está al frente de la Biblioteca Pública Municipal de Coaña “Gonzalo Anes”. Su proyecto “Biblioteca, en el medio rural y por el desarrollo local” fue galardonado con el Sello CCB en el año 2020. Han recibido muchos más premios por su labor, como: Premio María Moliner al mejor proyecto de Integración Social (2006), Premio al Fomento de la Lectura por la Federación de Gremios de Editores de España (2007), proyectos seleccionados y premiados en las distintas campañas de Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura (2003-2023), Sello Ciudad Amiga de la Infancia (2016), Sello a la Parentalidad Positiva por el Ministerio de Bienestar Social (2018), y varios más.
Hoy hablamos con esta profesional para que nos cuente cuáles son sus mayores desafíos -y alegrías- como bibliotecaria de una zona rural.
- ¿Podrías hablarnos sobre las características particulares de la comunidad en la que trabajas y cómo influyen en tu labor como bibliotecaria?
- En el 2020 recibisteis la distinción Sello CCB por vuestro proyecto “Biblioteca, en el medio rural y por el desarrollo local”. Háblanos un poco de esta iniciativa.
- El papel de las bibliotecas en el desarrollo de las comunidades rurales es fundamental. ¿Qué opinas sobre el impacto que tienen las bibliotecas en el progreso de tu comunidad en particular?
- Vuestras actividades llevan décadas siendo reconocidas con numerosos premios. ¿Qué iniciativas lleváis a cabo para cohesionar a la comunidad de Coaña y a los distintos colectivos que la integran?
- Sabemos que te enfrentas a muchos desafíos como bibliotecaria en una zona rural. ¿Podrías compartir con nosotros cuáles son los retos más significativos que has experimentado en tu trabajo?
- Las mujeres desempeñan roles diversos pero cruciales en las comunidades rurales. ¿Cómo se brinda apoyo específico desde la biblioteca para empoderar a las mujeres en tu área?
- ¿Podrías compartir una experiencia o anécdota sobre cómo la biblioteca ha beneficiado de manera significativa a las mujeres en tu comunidad rural?
- En el contexto de la educación y la alfabetización, ¿cómo crees que las bibliotecas contribuyen al empoderamiento de las mujeres en tu comunidad?
- La colaboración y las asociaciones son clave para lograr un cambio sostenible. ¿Cuál consideras que es el papel tanto de la biblioteca como de otras instituciones locales en la promoción de la igualdad de género en las zonas rurales?
- Hemos oído hablar del Compromiso de Urueña que se compromete la misión y del desarrollo de la biblioteca rural en la España actual. ¿Podrías darnos tu opinión al respecto y cómo crees que podría inspirar a otras comunidades?
- En el marco del Día Mundial de la Mujer Rural, ¿consideras que hay alguna reivindicación o mensaje que te gustaría compartir en tu papel como bibliotecaria?
- Para finalizar, ¿qué mensaje o consejo te gustaría transmitir a las mujeres en zonas rurales que puedan estar enfrentando desafíos similares a los tuyos?
Coaña es un municipio rural del occidente asturiano que cuenta con poco más de 3.300 habitantes con unos condicionantes muy comunes al resto de municipios rurales españoles (dispersión y envejecimiento poblacional, bajo nivel socioeducativo…). Sin embargo, lejos de visualizarlos como una traba a la labor técnica bibliotecaria han supuesto una oportunidad única para diseñar planes de trabajo específicos y novedosos, para ver emerger un modelo de gestión original donde la creatividad se ha convertido en perfecta aliada para suavizar la distancia (física, social), tan grande, que separaba a la población de la biblioteca, del libro, de la información.
En este contexto, los habitantes podemos ser considerados una “minoría”, por ello la participación de la población se hace necesaria en un plan de trabajo dirigido a promover desarrollo, a hacer “pueblo con el pueblo”, a garantizar que la biblioteca se convierta en hogar y despliegue todo su potencial a favor del progreso, contando con la población como recurso.
En un medio como este, donde la mayor parte de la población vivía de espaldas al servicio, la labor bibliotecaria ha dado el mismo peso al trabajo de gestión y documental que a esa acción socioeducativa tan imprescindible que nos permite considerar la biblioteca como un agente de desarrollo comunitario esencial. Y si hace unos años, la máxima era provocar desarrollo local, el Plan se ha optimizado para comprometerse también con el desarrollo global y sostenible.
El Sello CCB por el proyecto “Biblioteca, en el medio rural y por el desarrollo local” era el Plan Integral de trabajo de la Biblioteca, que se ha visto optimizado estos últimos años. Se trataba de una herramienta de trabajo que incluía programas, proyectos y actividades dirigidos a fomentar la lectura, a democratizar el acceso a la cultura, a incentivar la formación permanente y el aprendizaje a lo largo de la vida, a prevenir situaciones de exclusión social asociadas al desigual acceso a la información. Sin descuidar ninguna de las funciones de la Biblioteca, resaltaba la vertiente social en una apuesta clara de democratizar la cultura a favor de la igualdad y la libertad.
El documento posicionaba la Biblioteca en el epicentro de la vida sociocultural del municipio, integrándola dentro de marcos de trabajo más amplios, planes y proyectos que buscan desarrollo comunitario, creando necesidades de información y formación, imprescindibles para la promoción de nuestros pueblos y habitantes.
La biblioteca es un servicio con un potencial increíble para el desarrollo, para la promoción del medio y de sus habitantes. Por una parte, ofrece la oportunidad de equiparar el acceso a la información y a la lectura en la zona rural. Pero, además, puede ser el hogar, el punto de encuentro de la población, la plataforma ideal para participar en la vida cultural del municipio, un espacio de aprendizaje permanente, para el desarrollo de la creatividad, para el estudio local y de costumbres y tradiciones. También puede considerarse una escuela de valores desde la que se proyectan actitudes y acciones a favor de la igualdad de género, los Derechos Humanos, los ODS, la cooperación al Desarrollo.
Y en este espacio de socialización, de información, de cultura, de compromiso social y de trabajo con colectivos, se consolida el vínculo entre la población y el servicio, algo imprescindible para reforzar la identidad de los pueblos, el sentimiento de pertenencia y arraigo tan importante para municipios rurales como Coaña, amenazados siempre por el éxodo poblacional hacia zonas más urbanas.
Coaña, a través de su Plan de trabajo ha conseguido ser una localidad donde los niños nacen con un libro, con un carnet de biblioteca, con un poema; donde crecen y la infancia se reencuentra al calor de los cuentos cada miércoles; donde la escuela y la biblioteca conversan sobre literatura a través del Canal Biblioteca; donde se descentraliza el préstamo con el Servicio De Ayuda a Domicilio y Un Puente Literario (Escuela Infantil), donde los adultos comentan literatura a través del club de lectura, donde se invita a escribir (Versos para apadrinar un sueño), a Ilustrar (Ilustrando la Libertad); donde los mayores hacen Memoria con poesía (taller de estimulación cognitiva) pero sobre todo donde cada persona tiene la oportunidad de implicarse de forma protagonista en el desarrollo de programaciones culturales. Cada persona que ha sacado partido del servicio puede ser, además, la imagen de “Biblioteca eres tú” sirviendo este proyecto para sellar la fidelidad del usuario.
Visto así el impacto de la Biblioteca sobrepasa la meta de mejorar los índices de lectura para impulsar la adquisición de múltiples competencias que nos permiten crecer como pueblo y municipio cohesionado.
Las mejores iniciativas para cohesionar a la comunidad son aquellas en las que la población tiene un papel protagonista en la democratización de la cultura, en el desarrollo del Plan de trabajo. Esas iniciativas refuerzan el papel del vecino, de la vecina, como recurso humano imprescindible a favor del desarrollo; los vinculan afectivamente al servicio y a la población con la que van a trabajar. La hora del cuento, por ejemplo, es una programación que se desarrolla cada miércoles convirtiendo la biblioteca en el punto de encuentro de infancia de diferentes edades, implicando en el fomento de la lectura infancia, profesorado, madres, abuelos, agentes socioeducativos… que encuentran en este proyecto el espacio para contar. Con más de veinte años de historia, es la oportunidad de que la infancia y las familias conozcan el servicio de biblioteca de forma cercana, amigable y artística.
Resaltaría, además el proyecto Nacer Leyendo y la iniciativa Versos para apadrinar un sueño. Ésta permite que todos los bebés nazcan con un libro, una tarjeta de biblioteca, una guía para animar a leer desde el hogar y una carta de enhorabuena. Poetas y colaboradores, además, hacen posible que cada bebé reciba un poema inédito dedicado a él, a la maternidad, a su llegada al mundo lector. La iniciativa se viste de gala en el Día del Libro, en un encuentro especial entre familias, bebés, biblioteca y padrinos poetas.
Finalmente, también me parece entrañable Profetas en nuestra tierra que rinde homenaje a trayectorias empresariales exitosas y generadoras de empleo en el municipio, a producto local de calidad, a colectivos que desarrollan una labor importante a nivel cultural o social. Ellos reciben, tras aprobarse en Sesión Plenaria el galardón, una estatuilla de un labrador rociada con polvo de oro.
Debo resaltar en este apartado dos colaboraciones estables con la Biblioteca Municipal, de dos personas jubiladas del ámbito educativo. Una de ellas, Antonio Vegas (profesor de latín jubilado) coordina el Club de Lectura Eva Canel. La otra, es la de María Elena Fernández- Campoamor (maestra de Educación Infantil) y que apoya musical y artísticamente proyectos dirigidos a infancia.
Lo más difícil son los comienzos, cargados de duda y soledad, pero una vez que la población está dinamizada, el servicio es conocido y reconocido y los proyectos se han consolidado en el tiempo, todo es mucho más fácil. Ahora es cuestión tan sólo de optimizar, de conectar proyectos, de procurar que ganen solidez, de velar porque “no se caigan”. En la actualidad, conociéndose el Plan de trabajo de la biblioteca, es fácil encontrar colaboraciones y encontrar apoyos para trabajar en red con otros agentes socioeducativos. La Biblioteca ya no es la gran desconocida, ha salido en los medios, ha ganado premios, y esto también favorece que los vecinos quieran estar a su lado, demanden sus espacios, quieran entrar en sus programaciones.
También es cierto que los inicios fueron una oportunidad única para descubrir y desarrollar habilidades que nunca consideraría bibliotecarias y que han sido de gran utilidad para hacer que la población dejase de vivir dando la espalda al servicio.
Niñas y mujeres participan activamente en la cultura. Lo hacen escribiendo, presentando libros, organizando recitales poéticos a los que damos cobertura. Desde la biblioteca “Leemos en morado”, desarrollamos recitales poéticos “con voz de mujer”, el proyecto “Niñas que cuentan” implica a las niñas desde edades tempranas en el fomento de la lectura y esta iniciativa tiene su reflejo en la programación adulta con “Mujeres de Cuento, Mujeres que cuentan”.
La biblioteca reconoce día a día, el valor de la mujer ante la cultura. Aquí, en el medio rural, también elogiamos el valor de mujeres mayores que, con un pasado educativo adverso, encuentran en la biblioteca, en el libro y en las actividades, una forma de disfrutar de la soledad o de la compañía, de contar con nuevas oportunidades, de descubrir mundos nuevos.
Finalmente, a través de las Jornadas “=a cuentos” trabajamos la igualdad de género; así como a través de iniciativas en torno al arte “Ilustrando la Igualdad en familia”.
Pues sí y la mayor parte de ellas tienen que ver con la memoria local y con la localidad en la que se encuentra emplazado el servicio: el pueblo pesquero de Ortiguera. Con las programaciones de la biblioteca hemos estudiado oficios desaparecidos, el saber popular, la historia de la localidad; muchos de estos capítulos de la mano de mujeres pescaderas, de mujeres marineras.
Si me tengo que quedar con una anécdota me quedo con la protagonizada por Dulce (ya fallecida) en el espacio “Cultura al calor de un Café”. Invitada, como ponente, a una mesa redonda sobre la cultura del agua, se desenvolvió de forma magistral -para asombro de los presentes- exponiendo cómo vivía un pueblo antes de la llegada de la traída del agua, de qué fuentes de agua se servía el pueblo o la función que cumplieron los lavaderos públicos en la época. Sin nervios, sabiendo hilar y conectar contenidos, ganándose el aplauso, la consideración y el cariño de compañeros de mesa (algunos ingenieros) y de las personas que se dieron cita a la actividad. Aquella tarde fue mágica para ella, pero también para todo un municipio que veía reforzada la experiencia, la memoria, el patrimonio inmaterial que atesoran las mujeres rurales mayores.
La biblioteca se tiene que adaptar al cambio frenético experimentado por el municipio. Si hace 20 años, la biblioteca salía al encuentro de las personas mayores, de una infancia sin hábito lector, de familias poco sensibilizadas sobre la necesidad de fomentar la lectura… la situación actual ha cambiado radicalmente. Ahora existe una situación diferente con personas muy concienciadas con el fomento del hábito lector, familias que hacen una apuesta clara por participar y fomentar la lectura desde el hogar, sectores que conocen y valoran el esfuerzo que la escuela infantil, el colegio y la biblioteca desarrollan fomentando la lectura y que se ve arropado por el sacrificio en el hogar y el trabajo en la misma línea. Personas que alcanzan la jubilación y desean contar con programaciones que cubran sus amplias expectativas culturales. Personas que han naturalizado la entrada en un edificio público, que disfrutan haciendo uso regular del servicio, que tienen claros sus intereses formativos, informativos y culturales.
Y esta situación, de dicotomía, tal vez sea la que entrañe más dificultad en la actualidad en la gestión: seguir acercando la biblioteca a los grupos más desfavorecidos y dar cobertura a una demanda cultural exigente.
Creo que la promoción de la igualdad de género es uno de los ODS más trabajado desde el ámbito bibliotecario. El servicio debe estar formando parte de Consejos de Mujer y de otros programas que promuevan igualdad. Pero, además, sus espacios y recursos suponen una oportunidad única para llevar a cabo actividades y programaciones de este tipo. Reitero, la importancia de fomentar la participación desde el espacio de biblioteca, algo que se consigue preparando a la población para participar activamente en la vida cultural, social y municipal. Pero también es cierto que ya existen grupos sociales preparados para participar, las asociaciones, que también nos tenderán una mano en este objetivo. Trabajar en red, sumar esfuerzos para multiplicar resultados, gozar de un enfoque interdisciplinar al abordar la Igualdad nos permitirá tener una visión global y menos parcializada de la realidad, ganar eficiencia y eficacia.
Coaña ya ha conseguido funcionar como una red, disfrutar de recursos, contar con la sociedad civil y el tercer sector para tener una imagen de la Igualdad, una ilustración representativa de la violencia de género, para desarrollar programaciones muy completas que son posibles gracias a la implicación de varias áreas de gestión como una agenda escolar comprometida con la promoción lectora a través de la Igualdad de Género.
Me parece un documento, cargado de optimismo, que muestra cómo el ámbito rural necesita marcos de trabajo y fundamentación específicos que nazcan motivados por democratizar verdaderamente recursos, mostrar el importante papel que debe cumplir la biblioteca en este ámbito y evidenciar cómo estos entornos exigen formas de intervención propias y conectadas con su realidad.
El Manifiesto IFLA/UNESCO, este documento, el desarrollo de marcos teóricos para la intervención comunitaria en materia de Igualdad, defensa de los ODS, promoción de la Salud… pueden ser la columna vertebral de un complejo plan de trabajo en el que la biblioteca haga efectivas todas sus vertientes de trabajo, todas sus funciones.
Pero, a pesar de todo, de tanto desarrollo documental, conceptual y metodológico, a mí y seguro que, a muchos compañeros y compañeras, nos sigue quedando una sensación extraña de que gran parte de lo que hacemos es por voluntad, no por necesidad. Sólo las leyes, darían verdadero sentido a cómo ha evolucionado una profesión en este medio en concreto.
Me gustaría que el medio rural tenga en el ámbito bibliotecario el interés que despierta en la actualidad, que ésta sea una tendencia creciente y que el desarrollo tenga que ver con la participación real de profesionales del ámbito rural. También que las bibliotecas valoren a las mujeres como recurso para el desarrollo local como transmisoras de memoria local, de patrimonio inmaterial, como activos imprescindibles para fomentar la lectura, para crear literatura, para convertir la biblioteca en espacio para la creatividad.
Tener valentía para enfrentarse a nuevos proyectos, creer firmemente que el primer paso de todo es atreverse (a implantar un proyecto, un programa, presentar una iniciativa a subvención…). Muchas veces, casi siempre, los resultados o el éxito se hacen esperar. Ahí toca insistir. Los resultados en cultura, en educación se ven muy a largo plazo; las dudas vuelven a presentarse, pero debemos resistir. Sólo de esta forma podremos llegar a donde nos hemos propuesto.
Y en este proceso, no sentirnos solas. Pertenecemos a una profesión capitaneada, o con gran presencia femenina y tenemos la oportunidad de ser verdadera red, de apoyarnos, de contar con la sororidad como bandera.
Desde el CCB, queremos expresar nuestro agradecimiento por el entusiasmo y el gran trabajo de estas bibliotecarias. Las animamos y apoyamos en su continuo esfuerzo por llevar a cabo la importante labor que realizan.
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