Entrevistamos a Mónica Fraile de la Hoz por el Día Internacional de la Mujer Rural
El pasado 15 de octubre se celebró el Día Internacional de la Mujer Rural, efeméride que reconoce y pone en valor el trabajo indispensable de las mujeres en distintas áreas profesionales -educación, ganadería, sanidad…- en todas aquellas zonas que se encuentran en serio riesgo de despoblación.
Desde el Consejo de Cooperación Bibliotecaria, en el marco del Grupo de Trabajo Estratégico del Plan de especial atención al mundo rural, queremos darle voz a unas mujeres que se esfuerzan cada día por difundir la cultura y el conocimiento en estas zonas: las bibliotecarias de pequeñas zonas rurales.
Hoy viajamos hasta Chapinería, un pequeño municipio en la Sierra Oeste de la Comunidad de Madrid. Mónica Fraile de la Hoz se encuentra al frente de la Biblioteca Pública Municipal de Chapinería, que existe desde hace más de dos décadas. Está ubicada en uno de los espacios más emblemáticos de la localidad: el Palacio del Marquesado de Villanueva de la Sagra. Esta biblioteca ha recibido varias distinciones, entre ellas el accésit al Premio a la Calidad y la Innovación que otorga SEDIC (2008) y varios premios María Moliner del Ministerio de Cultura.
- ¿Podrías hablarnos sobre las características particulares de la comunidad en la que trabajas y cómo influyen en tu labor como bibliotecaria?
- El papel de las bibliotecas en el desarrollo de las comunidades rurales es fundamental. ¿Qué opinas sobre el impacto que tienen las bibliotecas en el progreso de tu comunidad en particular?
- Sabemos que te enfrentas a muchos desafíos como bibliotecaria en una zona rural. ¿Podrías compartir con nosotros cuáles son los retos más significativos que has experimentado en tu trabajo?
- Vuestra biblioteca ha sido distinguida con distintos premios, como el Premio a la calidad y la innovación de SEDIC y los María Moliner del Ministerio de Cultura. ¿Qué suponen estos reconocimientos para la biblioteca?
- ¿Qué tipo de actividades lleváis a cabo para fomentar la lectura? ¿Prestáis especial atención a algún segmento de la población: mayores, adolescentes, colectivos en riesgo de exclusión social…?
- Las mujeres desempeñan roles diversos pero cruciales en las comunidades rurales. ¿Cómo se brinda apoyo específico desde la biblioteca para empoderar a las mujeres en tu área?
- ¿Podrías compartir una experiencia o anécdota sobre cómo la biblioteca ha beneficiado de manera significativa a las mujeres en tu comunidad rural?
- Libro Mujeres de fábula: localizamos a todas las mujeres del municipio que tenían un negocio o lo estaban emprendiendo, les pedimos que eligieran una fábula y que nos la enviaran junto con una fotografía, el nombre del negocio que tenían y a qué se dedicaban. Además, les pedimos que comentaran la fábula. El resultado fue un libro donde aparecían todas ellas y en el que al mismo tiempo podías leer fábulas, les dimos una visibilidad y un valor que nunca habían tenido y el libro se repartió por toda la localidad y la zona. Posteriormente, todo ello desembocó en un concierto con diversas actuaciones musicales y un recital de poemas donde ellas fueron las protagonistas.
- Taller de narración oral: Cuentos de una noche de verano. Esta actividad, que lleva funcionando 24 años, comenzó como un pequeño taller llamado “Aprendiendo a contar cuentos” que impartió una narradora profesional y al cual se apuntó un grupo de mujeres jubiladas y amas de casa con gran ilusión. Al cabo de un año pensamos que lo aprendido podrían mostrarlo al resto de los vecinos y una noche de San Juan nos reunimos para que ellas contaran sus historias, bien extraídas de libros y adaptadas por ellas, bien inventadas o sacadas del folclore oral. Desde entonces no se ha dejado de hacer. Incluso algunas se dedican a contar cuentos en otros sitios y lugares. Ellas montaban la escenografía, se organizaban y nos siguen animando a que siga año tras año.
- En el contexto de la educación y la alfabetización, ¿cómo crees que las bibliotecas contribuyen al empoderamiento de las mujeres en tu comunidad?
- La colaboración y las asociaciones son clave para lograr un cambio sostenible. ¿Cuál consideras que es el papel tanto de la biblioteca como de otras instituciones locales en la promoción de la igualdad de género en las zonas rurales?
- Hemos oído hablar del Compromiso de Urueña que se compromete la misión y del desarrollo de la biblioteca rural en la España actual. ¿Podrías darnos tu opinión al respecto y cómo crees que podría inspirar a otras comunidades?
- En el marco del Día Mundial de la Mujer Rural, ¿consideras que hay alguna reivindicación o mensaje que te gustaría compartir en tu papel como bibliotecaria?
- Para finalizar, ¿qué mensaje o consejo te gustaría transmitir a las mujeres en zonas rurales que puedan estar enfrentando desafíos similares a los tuyos?
Chapinería es un municipio de unos 2500 habitantes en el que conviven tanto personas nacidas en el municipio, básicamente población adulta, mayor y muy ligada a las tradiciones, como personas no nacidas en el municipio, a los que nosotras calificamos como “nuevos pobladores” y que, en los últimos años, especialmente, son familias de padres y madres jóvenes con niños pequeños y que buscan educar a sus hijos de una forma diferente.
Por esto contamos en el municipio con dos escuelas con sistemas educativos diferentes: una la escuela pública y otra privada con el método Montessori, que ha traído una población más joven con una idea muy clara sobre el tipo de educación que quieren dar a sus hijos e hijas y en el que la cultura y la lectura tiene un papel importante.
Debido a esto, y porque entendemos que la biblioteca debe formar parte del tejido social del municipio, dirigimos todo el esfuerzo y labor bibliotecaria a intentar contentar a estos dos sectores sociales tan dispares. Los proyectos desarrollados son de diferente tipo y temática y tenemos en cuenta las sugerencias y las propuestas de nuestros usuarios y vecinos. Queremos que sientan el espacio de la biblioteca como algo suyo donde, incluso, se puedan desarrollar personalmente, por lo que fomentamos su participación en actividades, en la selección de documentos para la colección y en diferentes labores bibliotecarias.
Creo que las bibliotecas rurales tenemos la obligación de colaborar en el desarrollo de la comunidad en la que estamos y amoldarnos a sus cambios y su idiosincrasia. Cuando se abrió nuestra biblioteca hace 24 años, había un tipo de población diferente a la de ahora, era una población envejecida a la que hubo que cambiar la idea que tenían de la biblioteca como espacio para estudio y recogimiento; almacén de libros por el que los vecinos de entonces no se interesaban, ni creían que tenían cabida. Para ellos, fue un descubrimiento saber que podían participar activamente de su biblioteca a través de diversas actividades que les proponíamos, como un club de lectura, un taller de teatro, un cuentacuentos; y que eran fundamentales para participar en la creación de una colección local a través de la memoria histórica, en definitiva cualquier propuesta. ¡Además, podían opinar sobre la compra de documentos de nuestra colección! Poco a poco se dieron cuenta de que era un espacio en el que encontrar información, formación y ocio, y ser un lugar de comunicación y encuentro. A lo largo de estos años creo que podemos decir que la biblioteca se ha ido convirtiendo en un referente cultural del municipio e incluso de la zona en la que estamos (Sierra Suroeste de Madrid) lo que conlleva asumir, en ocasiones y como ocurre en muchas localidades pequeñas, labores que se realizarían en otras concejalías o instituciones, si las hubiera.
El servicio bibliotecario en nuestro municipio se ha convertido en esencial y también en un reclamo para atraer a los “nuevos pobladores” quienes también forman parte activa de la biblioteca, por lo que sí que se puede decir que ha sido un impacto positivo.
Evidentemente todo esto no se ha podido crear sin la colaboración de todos los sectores poblacionales, asociaciones e instituciones locales; sin ellos nuestra biblioteca no tendría ningún sentido y son indispensables para la creación del tejido social y cultural de Chapinería.
Como he comentado antes, uno de los mayores retos cuando se abrió nuestra biblioteca, fue el superar el rechazo de muchos vecinos que no querían destinar el espacio en el que se encuentra, El Palacio de la Sagra, a este fin. No lo veían rentable ni útil para el municipio, por lo que nos hacían boicot a su manera: pedían el espacio para realizar actividades ajenas a ésta, no asistían a las actividades y se quejaban al Ayuntamiento del gasto que suponíamos cuando el dinero se podía destinar a otros fines más lucrativos para el municipio. En zonas rurales el contacto con los vecinos es muy cercano, tanto para lo bueno como para lo malo, y esto hacía muy difícil la convivencia. Hoy día este reto está superado, nadie se plantea que no haya una biblioteca en Chapinería y entienden que es útil para la mayoría de la población.
Esta aceptación por parte de los vecinos y usuarios es importante para superar otro reto que creo tenemos casi todos los bibliotecarios rurales: el choque con los políticos y los presupuestos municipales. Dependiendo de la sensibilidad de los políticos, se destina más o menos dinero a cultura, y conseguir un presupuesto fijo para la biblioteca que pueda ir aumentando poco a poco cada año es un reto que no siempre se consigue, puedes conseguir que destinen una cantidad determinada durante 4 años a la partida «Biblioteca» y a la siguiente legislatura ver que no tienes prácticamente nada, incluso en ocasiones son decisiones tomadas sin previo aviso y sin consulta previa, lo cual te impide mantener las actividades ya iniciadas o realizar nuevas propuestas, incluso impide que la biblioteca se beneficie de algunas subvenciones. En nuestro caso, este reto lo vamos superando, llevamos muchos años ya con un presupuesto fijo que puede oscilar un poco, pero que se mantiene, de momento.
Esto va unido a que, normalmente, las bibliotecas rurales somos unipersonales y cuando le surge un problema al bibliotecario o bibliotecaria, la biblioteca se cierra y no importa, no es un servicio esencial en zonas rurales, da igual si es un día o un mes, los usuarios se quedan sin servicio hasta que el trabajador vuelva a su puesto de trabajo, lo que también impide mantener un horario fijo y el nivel de actividades deseado. Así que podemos decir que otro reto superado ha sido conseguir una persona fija como auxiliar y otra más, cuando se puede solicitar a un plan de empleo, lo que nos permite realizar mayor número de actividades además de mantener un horario estable e incluso ampliado.
No quiero dejar de exponer otro de los retos de los bibliotecarios: El de conseguir que los ayuntamientos vean a la figura del bibliotecario o bibliotecaria como un técnico más en la plantilla. Somos profesionales que estudiamos y nos preparamos para ello en formación continua, incluso en nuestro trabajo diario debemos manejar disciplinas que, en principio, no nos corresponden directamente (informática, narración oral, internet, RRSS…, hacemos de booktubers, cuentacuentos, informadores sociales y culturales, etc.) pero ni se nos paga bien, ni se nos da el nivel adecuado en los RPT de los ayuntamientos. En nuestra biblioteca, vamos superando poco a poco, este reto.
Cualquier premio o reconocimiento para un/una bibliotecaria y su biblioteca supone una satisfacción, un aliciente para seguir trabajando, pero también supone una gran responsabilidad pues tienes que mantenerte en ese nivel.
Intentamos que las actividades vayan dirigidas a todos los sectores de la población, pero tenemos un especial empeño en: la población joven y adolescente, pues son los más complicados a la hora de atraerlos a la biblioteca; las mujeres, por su vulnerabilidad; y los mayores, que tanto tienen que enseñarnos y de quienes no queremos que caiga en el olvido todo lo que saben. No queremos que nadie se sienta fuera y son estos los sectores con más riesgo de exclusión. Por otro lado, cualquier tema relacionado con la mujer es transversal en nuestro quehacer diario.
Las actividades que realizamos son tanto presenciales como virtuales y se pueden realizar tanto dentro como fuera del espacio bibliotecario. Son de cualquier temática, incluso realizamos aquellas que no parecen que están dirigidas directamente a la lectura, pues seguimos la máxima de “Todo está en los libros” y siempre habrá un libro, o varios, que hablen de ellos y con los que se pueda crear una muestra de libros o un centro de interés.
Podemos encontrar actividades «de atracción” y/o puntuales, destinadas a que los vecinos y usuarios entren en un primer contacto con la biblioteca, y actividades que se desarrollan a lo largo del año y tienen una continuidad en el tiempo.
Las actividades son de todo tipo: lecturas en voz alta, narración oral, talleres, conferencias, videojuegos, jornadas bibliotecarias, encuentros con autores y autoras, biblioradio, audiolibros, recomendaciones, tertulias, formación de usuarios…. todas aquellas que fomenten la lectura, y por tanto el conocimiento, la comunicación y, por qué no, la realización personal.
Proponiéndoles participar en nuestras actividades y escuchando sus propuestas para crear otras. En nuestra biblioteca, desde el principio, este colectivo ha sido la clave para que la biblioteca fuera aceptada en la comunidad. En concreto una asociación de mujeres, “La Asociación de mujeres Los Chapines”, formada por mujeres entre 50 y 80 años, fueron las primeras que acudieron a curiosear, querían conocer qué libros teníamos y preguntar por las actividades que hacíamos.
Hoy en día no sólo las mujeres de esta asociación se ofrecen a colaborar o se acercan a informarse, sino también las jóvenes, en especial, las emigrantes.
Para apoyarlas nos propusimos celebrar los días dedicados ellas: mujer rural, mujer trabajadora, contra la violencia de género, etc. y realizar actividades sobre la igualdad que les dieran visibilidad: cinefórums, conferencias informativas, taller de narración oral (recogiendo folclore y temas de igualdad), club de lectura (de lecturas escrita por mujeres), talleres de memoria histórica (cómo vivieron y cómo viven ahora, los avances que ha habido), biblioradio, conciertos, audiocuentos, etc., en definitiva, cualquier actividad que las visibilizara.
Otra forma de apoyo es dirigir la compra de parte de la colección de documentos a su problemática y sus intereses: igualdad, malos tratos, machismo, cáncer de mama, emprendimiento, etc. Ello nos ha permitido crear centros de interés, muestras de libros que acercan a todos y todas al tema y en las que puedes encontrar información sobre cualquier asunto relacionado con ello.
Para llevarlo a cabo colaboramos con otras concejalías como la de igualdad y asuntos sociales y con asociaciones e instituciones de dentro y fuera del municipio.
Puedo destacar dos actividades que yo creo les gustó mucho y de la que ellas siempre hablan y en la que las nuevas generaciones se siguen apuntando:
Destacar que su colaboración en la creación de una Colección Local de fotografías y anécdotas para recuperar la memoria histórica del municipio ha sido fundamental.
Desde nuestra biblioteca hemos intentado ayudar en la formación y autoformación de este colectivo. No tenemos presupuesto suficiente para crear contenidos que les ayuden, pero participamos de diversas formas en los programas de alfabetización, tanto los dirigidos a migrantes, como a los de las mujeres mayores del pueblo que se quedaron atrás en su formación, todo ello, claro está, en colaboración con las concejalías de asuntos sociales y de la mujer, ponemos el espacio y el equipamiento de la biblioteca a su servicio (colección, ordenadores, wifi, internet, etc.) e, incluso, abrimos la biblioteca un día por la mañana exclusivamente para ellas. Además, desde la biblioteca hemos creado actividades periódicas de formación de usuarias para que conozcan como funcionamos y los proyectos que pueden ser de su interés en este sentido. Creo que esto supone darles un protagonismo y al mismo tiempo ayuda, aunque sea mínimamente, a que sientan y piensen que son muy importantes en el desarrollo de su comunidad.
Creo que las bibliotecas tenemos la obligación de colaborar en la promoción de la igualdad y, en las zonas rurales, con más razón. En muchas ocasiones, la lejanía con las grandes ciudades impide a muchas mujeres estar bien informadas y formadas y, en consecuencia, no desarrollarse plenamente, hay falta de oportunidades y el acceso al mundo digital, tan necesario hoy día, en insuficiente. La labor de cualquier institución local debe ser tanto informativa como de acción, debemos implicarnos y cooperar para darles las herramientas necesarias y poner todos los medios a nuestro alcance, que les permitan acceder al conocimiento en general y a la cultura en particular.
El Compromiso de Ureña creo que deja constancia por escrito de los principios y necesidades de las bibliotecas en las zonas rurales. Opino que son retos y aspiraciones a los que la mayoría de los bibliotecarios ya nos enfrentamos y principios que ya ponemos en práctica en estos momentos.
Lo verdaderamente necesario es que lo conozcan y apliquen tanto los políticos de todos los municipios rurales españoles como los bibliotecarios que decidan ponerse al frente de una biblioteca en una zona rural; que ambos partan de la base de que las bibliotecas son importantes para la consecución del desarrollo sostenible de una comunidad, que somos la institución más democrática que existe y que podemos ayudar a transformar el mundo a través de la labor desarrollada en nuestros pequeños municipios, porque la lectura, en todas sus formas y formatos, es un acceso a la información y al conocimiento.
Creo que lo más importante para combatir la desigualdad entre hombres y mujeres son la educación y la información, dos funciones que realizamos las bibliotecas de hoy en día. Me gustaría transmitir a las mujeres que viven en estos municipios que en la biblioteca pueden encontrar información, formación y ocio sobre asuntos y problemas que les conciernen y preocupan. Que piensen en la biblioteca como un espacio de encuentro y desarrollo personal donde incluso podrán proponer y realizar nuevos proyectos culturales y sociales.
Entiendo que hablamos de bibliotecarias rurales, de mujeres que llegan a un pequeño municipio con la idea de mejorar la vida de otros a través de la lectura y las múltiples posibilidades que ofrecen ahora las bibliotecas. El mensaje: que se adapten a las necesidades de su municipio a la hora de realizar actividades, que estén alerta de la información que puede ser útil a su comunidad y que la compartan y divulguen por diversos canales. Que sean persistentes con sus políticos y ayuntamientos para conseguir un presupuesto fijo que permita desarrollar diferentes actuaciones y proyectos. Que no dejen de lado a ningún sector de la población y, que entiendan, que la cooperación de la biblioteca con vecinos, instituciones y asociaciones es necesaria para crear tejido social, ya que debemos conseguir que se perciba la biblioteca como algo tan necesario en la comunidad como lo es un colegio, un instituto o un centro de salud.
Desde el CCB, queremos expresar nuestro agradecimiento por el entusiasmo y el gran trabajo de estas bibliotecarias. Las animamos y apoyamos en su continuo esfuerzo por llevar a cabo la importante labor que realizan.
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